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2025: Un año clave para la arqueología mexicana

Especialistas del INAH participaron en importantes descubrimientos que descubrimientos que complementan y abren discusiones sobre las sociedades precolombinas.

  • Redacción AN / HG
29 Dec, 2025 14:58
2025: Un año clave para la arqueología mexicana

En los desiertos del norte o dentro de las selvas del sureste mexicano, bajo el bullicio de las ciudades modernas y entre escarpadas montañas, en 2025, el quehacer arqueológico del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) derivó en nuevos descubrimientos que, en algunos casos complementan, y en otros, abren discusiones sobre las sociedades precolombinas.

Una de las entidades donde hubo mayores aportes fue Guerrero. En abril, en la cueva de Tlayócoc, en el municipio de Carrizal de Bravo, se hallaron 14 objetos prehispánicos que datan del periodo Posclásico (950-1521 d.C.).

El espacio explorado por los arqueólogos del Centro INAH estatal y especialistas de la Universidad Autónoma de Guerrero, incluía tres brazaletes de concha, un caracol –posiblemente, de la especie marina Triplofusus giganteus– y ocho discos de piedra; se teoriza que estarían asociados con rituales de fertilidad practicados por la extinta etnia de los tlacotepehuas.

Más al sur, en la Costa Chica de la entidad, otro espacio ancestral, que podría definir a una nueva cultura del periodo Epiclásico (650-950 d.C.), fue dado a conocer en octubre. Se trata de Paso Temprano o Corral de Piedra, enclave con antigüedad de 1,200 años, que sobresale por su buen estado de conservación.

En sus más de 1.2 kilómetros de extensión fueron reconocidas áreas palaciegas, un juego de pelota y una muralla, así como evidencias de una sociedad estratificada, con edificios habitacionales y recintos de uso político-religioso. Las investigaciones continúan en gabinete para saber más de sus habitantes y su abandono.

Zona maya

Gracias a una denuncia ciudadana, a mediados de año, en el desierto coahuilense se realizó el rescate arqueológico de un conjunto mortuorio de las culturas del desierto de, cuando menos, 500 años de antigüedad. Los primeros análisis antropofísicos revelaron restos de 17 individuos y un cráneo infantil con dentición temporal.

En Yucatán, el salvamento arqueológico ligado con las obras de infraestructura de carga en el Tren Maya continuó arrojando sorpresas. Una de ellas se ubicó en el ejido de Sierra Papacal, donde se halló un probable marcador de entrada a un espacio de reunión. Con 0.45 metros de altura, el elemento arquitectónico estaba adosado al lado norte del cimiento de un inmueble; posiblemente, represente a un “señor anciano”, cuya antigüedad correspondería al periodo Preclásico (2500 a.C.-200 d.C.).

En el vecino estado de Quintana Roo, también producto de una denuncia, se recuperó, a finales de abril, una olla globular en el sistema de cavernas Garra de Jaguar, a 22 kilómetros del centro del municipio de Playa del Carmen. El objeto, del periodo Posclásico Tardío regional (1200-1550 d.C.), conserva sus dos asas opuestas y ostenta una decoración con motivos geométricos negros.

El área maya cerró el año con una revisita al sitio tabasqueño de Aguada Fénix. Allí, los avances del Proyecto Arqueológico Usumacinta Medio, avalado por el Consejo de Arqueología del INAH, sustentaron que fue concebido como un cosmograma.

En una estructura cruciforme, excavada entre los años 915 y 850 a.C., se descubrió un depósito ritual formado por una base cuadrada de arcilla negra, la cual presentaba pigmentos de diversos colores en los lados norte, este y sur: azul, hecho de azurita; verde, a base de malaquita, y amarillo-ocre, que contenía goethita. Estos elementos, asociados a conchas rojas y amarillas, también halladas, representarían la expresión más antigua de simbolismo cromático direccional en Mesoamérica.

De la CDMX a Veracruz

Nuevos datos tocantes a la ciudad de México-Tlatelolco salieron a la luz en la colonia Guerrero, en la capital del país. Especialistas de la Dirección de Salvamento Arqueológico del INAH identificaron, a inicios de diciembre, vestigios de una unidad doméstica y entierros humanos del periodo Posclásico Tardío (1325-1521). Lo peculiar del contexto es que no tiene ocupación colonial, de modo que contribuirá a corroborar los límites del islote y a saber más del modo de vida de quienes vivían en el barrio de Atezcapan, que corresponde a lo que hoy es la Lagunilla.

Este año, también destacan los avances en materia de arqueología histórica, por ejemplo, en el puerto de Veracruz, el acompañamiento a obras de optimización en servicios públicos permitió encontrar dos cañones que, se cree, se usaron en la defensa de la ciudad durante las guerras que México sostuvo contra Francia y Estados Unidos, en 1838 y 1847, respectivamente.

Por último, la dictaminación de pinturas rupestres en el Cañón de las Manitas, de Tehuacán, en Puebla; el registro de dos crematorios y un osario en Palos Verdes, en Sinaloa, y la realización de nuevos estudios sobre acervos óseos de la Zona Arqueológica Balcón de Montezuma, en Tamaulipas, que revelaron una variante de modificación craneal prehispánica, inédita para la Huasteca, ejemplifican el quehacer del INAH y el tesón de las y los expertos que confluyen para indagar y preservar nuestro pasado común.

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